La Reserva Federal: historia, poder oculto y consecuencias para la economía mundial


Imagen realizada con IA


Origen de la Reserva Federal y su verdadero propósito

La Reserva Federal no es simplemente un banco central, sino el engranaje de un sistema diseñado para beneficiar a una élite financiera a costa de los pueblos. Creada bajo un manto de secretismo, concentra un poder descomunal sobre el dólar, la deuda y las crisis globales. Este artículo revela cómo la llamada “estabilidad” que promete la Fed es, en realidad, una estafa monumental que condiciona la economía mundial.
Se sabe que el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al momento de su asunción hizo colocar un retrato de Andrew Jackson, quien fuera el séptimo presidente del país entre los años 1829 y 1837, en el Salón Oval de la Casa Blanca. 
Este pequeño acto simbólico está relacionado con la postura de Jackson frente a los poderosos banqueros de entonces. Trump comprende bien que, seguramente, sea este el inicio del gran problema de Estados Unidos ¿Está dispuesto a combatirlo? 

Presidente Andrew Jackson.
Imagen: Commons.wikimedia


Esta es su historia: Durante su presidencia, Andrew Jackson sostuvo una de las confrontaciones más emblemáticas y encarnizadas de la historia política estadounidense: la lucha contra el Segundo Banco de los Estados Unidos
Jackson, un férreo defensor del poder del pueblo frente a las élites financieras, consideraba que aquel banco —una institución privada con privilegios extraordinarios otorgados por el gobierno federal— representaba una amenaza directa a la soberanía popular y a la integridad de la República. En 1832, el Congreso, impulsado por Henry Clay y Nicholas Biddle —presidente del banco—, aprobó la renovación anticipada del estatuto del banco, cuyo vencimiento estaba previsto para 1836. 
Lo hicieron deliberadamente durante un año electoral, con la esperanza de forzar a Jackson a firmar la ley o pagar un alto precio político si la vetaba. Pero Jackson no vaciló. Emitió un contundente veto al proyecto de ley de renovación, argumentando que el banco era una concentración ilegítima de poder económico y que sus prácticas favorecían a los ricos y extranjeros, en detrimento del pueblo estadounidense. 
En el mensaje de veto, Jackson denunció la injusticia de permitir que una institución privada controle el crédito nacional y se inmiscuya en la economía política de la nación. Fue durante este conflicto que Jackson pronunció una frase célebre, cargada de tensión y determinación: "Están intentando matar nuestra República y yo mataré al banco"
No era sólo una metáfora política: Jackson estaba convencido de que los intereses financieros concentrados eran tan peligrosos como cualquier enemigo externo. Veía al banco como un instrumento de dominación oligárquica, y creía que su eliminación era una cuestión de supervivencia democrática. 
La tensión escaló más allá de lo político. 
El 30 de enero de 1835, Jackson sobrevivió al primer intento de asesinato de un presidente en funciones. Mientras salía del Capitolio, un hombre llamado Richard Lawrence le disparó a quemarropa. 
Sorprendentemente, ambas pistolas del atacante fallaron. Jackson, de 67 años, respondió con furia: lo golpeó con su bastón hasta que fue reducido. Si bien Lawrence fue declarado demente y enviado a un manicomio, muchos en la época —y algunos historiadores después— sospecharon que detrás del intento de asesinato podría haber algo más que un loco solitario. Aunque no hay pruebas concluyentes de una conspiración, el clima de hostilidad que rodeaba a Jackson y su cruzada contra el banco dejaba abierta la posibilidad de que los enemigos que él señalaba no fueran simples fantasmas de su paranoia, sino actores reales con mucho que perder. 
Finalmente, Jackson logró su cometido: retiró los depósitos federales del banco y los redistribuyó en bancos estatales, conocidos como "pet banks". 
El Segundo Banco de los Estados Unidos no fue renovado y perdió su carta federal en 1836, muriendo definitivamente pocos años después como entidad privada. 
Jackson, a pesar de las críticas y la profunda división política que generó, quedó para la historia como el presidente que enfrentó de manera frontal al poder de los banqueros, afirmando con su acción que en la República el poder debía estar en manos del pueblo y no de una aristocracia financiera. 
Años después, a comienzos del siglo XX, Estados Unidos enfrentaba repetidas crisis financieras que evidenciaban la necesidad de una reforma estructural en su sistema bancario. 
La más severa de estas crisis fue el pánico bancario de 1907, una corrida masiva que dejó en evidencia la fragilidad del sistema financiero, todavía basado en bancos privados dispersos, sin una autoridad central para garantizar la liquidez o la estabilidad monetaria. 
Esta situación alimentó el debate sobre la creación de un banco central, pero también despertó recelos: muchos temían que tal institución concentrara demasiado poder en manos de banqueros privados o del gobierno federal. 
En este contexto, en noviembre de 1910, se llevó a cabo una reunión secreta en Jekyll Island, una isla privada frente a la costa de Georgia, perteneciente a un exclusivo club de millonarios. A esta reunión asistieron algunos de los hombres más poderosos del país, bajo la dirección del senador republicano Nelson Aldrich, suegro de John D. Rockefeller Jr. 

Nelson Aldrich, suegro de John D. Rockefeller Jr. 
Imagen: Commons.wikimedia


Lo acompañaban figuras clave del sistema financiero como Paul Warburg (representante de la banca Kuhn, Loeb & Co., y con conexiones familiares con la banca Rothschild en Europa), Frank Vanderlip (presidente del National City Bank, precursor de Citibank), Henry Davison (de J.P. Morgan & Co.), Charles Norton (presidente del First National Bank of New York) y Benjamin Strong (futuro primer gobernador de la Reserva Federal de Nueva York). 
Viajaron en secreto, con nombres falsos, y durante una semana desarrollaron el borrador de lo que más tarde sería la Ley de la Reserva Federal. En aquella reunión se diseñó un sistema de bancos regionales coordinados por un órgano central, con capacidad de emitir moneda, regular el crédito y responder ante crisis financieras. 
Aunque formalmente buscaban una solución técnica al problema bancario, de hecho, sentaban las bases de un nuevo poder: un banco central controlado, en su origen, por intereses privados pero revestido de autoridad federal. 
El acuerdo logrado en Jekyll Island fue profundamente elitista, excluyente y deliberadamente secreto. 
Sabían que si el público descubría que los banqueros más poderosos del país estaban diseñando en privado el sistema que regularía toda la economía nacional, habría un rechazo masivo. En los años siguientes, el plan fue ajustado para hacerlo políticamente viable. 


Presidente Woodrow Wilson.
Imagen: Commons.wikimedia

Con la llegada a la presidencia de Woodrow Wilson, demócrata con inclinaciones reformistas pero también influido por asesores conectados con la banca, se retomó la propuesta. 
En 1913, tras largos debates y presiones, el Congreso aprobó la Ley de la Reserva Federal el 23 de diciembre, en vísperas de Navidad, cuando muchos legisladores ya estaban ausentes. Wilson firmó la ley ese mismo día. 
El acto fue presentado como una victoria del pueblo frente a Wall Street, pero en la práctica, la estructura híbrida de la Reserva Federal otorgó un peso significativo a los bancos privados en las decisiones clave del sistema monetario. 
El congresista Charles Lindbergh padre lo denunció abiertamente el día de la aprobación del proyecto, el 23 de diciembre de ese año: “Cuando el presidente firme este documento, el poder invisible del gobierno monetario será legalizado. El más grande crimen de los tiempos será perpetrado por este documento bancario”. Poco después, el hijo del congresista fue secuestrado y asesinado, un hecho que muchos consideraron más que una simple coincidencia. 
Tras su creación, la Reserva Federal se convirtió en el órgano emisor de la moneda estadounidense, desplazando gradualmente el control que el Tesoro y el Congreso habían tenido hasta entonces. Aunque el sistema fue inicialmente diseñado con doce bancos regionales para dar la impresión de descentralización, en la práctica, el banco de Nueva York ganó rápidamente preeminencia, y con él, los intereses financieros del noreste del país. 
La figura de Benjamin Strong, que estuvo en Jekyll Island, se volvió central como primer presidente de la poderosa Reserva Federal de Nueva York, consolidando el poder de los banqueros en la cúspide del nuevo orden monetario. 
Décadas después, la reunión de Jekyll Island sería reconocida por varios participantes, como Vanderlip y Warburg, quienes en memorias y entrevistas admitieron que si el público hubiese sabido lo que estaban haciendo, el plan habría sido destruido por la desconfianza popular. 
Así nació la Reserva Federal: no como una decisión plenamente democrática, sino como el resultado de una estrategia cuidadosamente orquestada por un puñado de hombres que, desde la sombra, reorganizaron el sistema financiero estadounidense para asegurar el control de la emisión de dinero y del crédito nacional. Sus consecuencias aún resuenan en el presente. 
Según información recopilada por American Free Press, el clan Rothschild de origen británico no solo estaría detrás de la Reserva Federal, sino también vinculado al control del Banco de Inglaterra, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco de Pagos Internacionales. 
Algunas estimaciones, como la publicada por Credit Suisse, calculan que los Rothschild podrían poseer más de la mitad de la riqueza mundial, con una fortuna valorada en alrededor de 231 billones de dólares. 
Es también relevante mencionar que la Reserva Federal genera beneficios por más de 150 mil millones de dólares anuales y no presenta cuentas de manera pública ante ningún organismo federal, lo que refuerza la percepción de su autonomía absoluta. 

El hundimiento del Titanic ¿Una leyenda?

El Titanic.
Imagen: Commons.wikimedia


Hay una teoría ampliamente difundida —aunque no confirmada por evidencia histórica concluyente— que vincula el hundimiento del Titanic en 1912 con la creación de la Reserva Federal, ocurrida en 1913. 
Esta hipótesis sugiere que ciertos personajes influyentes que se oponían abiertamente a la creación de un banco central murieron en el naufragio del Titanic, lo que, según la especulación, habría facilitado el camino para la aprobación de la ley que creó la Reserva Federal. 
Aunque la historia oficial atribuye el desastre a causas técnicas y naturales, la coincidencia de los hechos ha alimentado sospechas entre algunos investigadores y críticos del sistema financiero internacional. 
Entre los nombres más destacados que perecieron en el Titanic están Benjamin Guggenheim, Isidor Straus (copropietario de Macy’s) y John Jacob Astor IV, uno de los hombres más ricos del mundo en ese momento. 
Según esta teoría, estos tres magnates eran contrarios a la idea de que el poder de emitir moneda y controlar el crédito fuera entregado a una entidad dominada por los banqueros internacionales. En particular, se ha señalado a Astor como un crítico de las maniobras de la élite bancaria, y su muerte, junto con las de Guggenheim y Straus, ha sido interpretada por algunos como un “obstáculo eliminado” en el camino hacia la instauración de la Reserva Federal. 
El Titanic zarpó el 10 de abril de 1912 y se hundió en la madrugada del 15 de abril tras chocar con un iceberg en el Atlántico Norte. La tragedia fue devastadora, con más de 1.500 muertos. 
La teoría conspirativa sugiere que el buque fue deliberadamente sacrificado, o al menos que se permitió su hundimiento, como una forma encubierta de deshacerse de opositores estratégicos al plan bancario que venía gestándose desde la reunión secreta en Jekyll Island dos años antes. Algunos incluso llegan a afirmar que el Titanic no fue el barco que realmente zarpó, sino su gemelo, el Olympic, ya dañado, y que el cambio de identidad fue parte de un plan mayor. 

J.P. Morgan
Imagen: Commons.wikimedia



Lo que sí es históricamente verificable es que J.P. Morgan, uno de los principales impulsores de la Reserva Federal y del cartel bancario, había financiado la White Star Line, la compañía propietaria del Titanic. 
Morgan tenía pasaje reservado para el viaje inaugural del Titanic, pero canceló su embarque en el último momento, alegando motivos de salud. Esa ausencia ha sido interpretada por los defensores de la teoría conspirativa como una señal de que estaba al tanto de lo que sucedería. Días después, fue visto en Francia aparentemente gozando de buena salud. 
A pesar de lo especulativo del vínculo entre el Titanic y la Reserva Federal, lo cierto es que tras el hundimiento del transatlántico, la oposición más vocal desde el sector financiero privado al proyecto de un banco central disminuyó notablemente. 
En 1913, en un Congreso con menos resistencias y con la justificación de estabilizar el sistema tras repetidas crisis bancarias, se aprobó la Ley de la Reserva Federal. La nueva entidad sería presentada como una herramienta para evitar futuras catástrofes financieras, aunque en la práctica consolidó el control del sistema monetario en manos de un reducido grupo de bancos, incluyendo aquellos representados por los asistentes a la reunión de Jekyll Island. 
Así, en apenas tres años, entre 1910 y 1913, se selló una transformación monumental en el destino económico de Estados Unidos. La historia del Titanic, rodeada de tragedia y misterio, sigue siendo invocada por quienes sostienen que los grandes cambios en el poder económico no siempre ocurren a plena luz del día, y que a menudo, detrás de ellos, se mueven fuerzas invisibles dispuestas a sacrificar mucho para preservar su dominio. 
La Reserva Federal no es un árbitro neutral, sino el epicentro de un sistema financiero que fabrica deuda y crisis para sostener su propio poder. Mientras los pueblos cargan con los costos, una minoría se enriquece dictando las reglas del juego. Entender la verdadera naturaleza de la Fed no es solo un acto de conciencia, sino un primer paso para cuestionar la mayor estafa de la historia moderna.


Fuentes

* "La historia secreta de la Reserva Federal" – Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

* Diario El País (sección economía)

* Revista Economía Crítica (Argentina)

* Página 12 (sección economía internacional)

* BBC Mundo: Economía y negocios



Comentarios