Latinoamérica frente a la Doctrina Monroe: dos siglos de resistencia, dependencia y deuda externa
Cuando en 1823 el presidente estadounidense James Monroe proclamó ante el Congreso la famosa frase “América para los americanos”, la intención real estaba lejos de una defensa solidaria del continente. La llamada Doctrina Monroe fue el inicio de una política exterior que buscaba impedir la influencia europea en el hemisferio, pero que pronto se convirtió en el justificativo de la expansión y el dominio de Estados Unidos sobre Latinoamérica.
Retrato de James Monroe en la Casa Blanca, 1819.
Imagen: Commons.wikimedia
Durante el siglo XIX, esta doctrina se materializó en intervenciones directas, ocupaciones territoriales y presiones diplomáticas. La anexión de Texas, la guerra contra México que le arrebató la mitad de su territorio, la ocupación de Puerto Rico y Cuba tras la guerra hispano-estadounidense de 1898, o la consolidación del control sobre Panamá y su canal, son hitos que revelan el verdadero trasfondo de la política norteamericana.
En el siglo XX, la Doctrina Monroe se reformuló con el llamado Corolario Roosevelt, que le otorgaba a Estados Unidos el supuesto “derecho” de intervenir en cualquier país de la región para garantizar estabilidad. Este pretexto se tradujo en invasiones en Centroamérica y el Caribe, en el respaldo a dictaduras militares durante la Guerra Fría y en la persecución de proyectos políticos que intentaron construir caminos autónomos, como los de Jacobo Árbenz en Guatemala, Salvador Allende en Chile o Juan Domingo Perón en Argentina.
Uno de los mecanismos más eficaces de dominación ha sido la deuda externa. Desde mediados del siglo XX, las economías latinoamericanas fueron atadas a préstamos internacionales que, lejos de favorecer el desarrollo, consolidaron la dependencia.
El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial se transformaron en herramientas de presión que impusieron planes de ajuste, privatizaciones y reformas que beneficiaron a las élites locales y a las corporaciones extranjeras. Cada crisis de deuda no hizo más que profundizar la subordinación política, convirtiendo a los gobiernos en administradores de la austeridad dictada desde Washington.
En los primeros años del siglo XXI, varios gobiernos progresistas intentaron romper ese círculo. La cancelación anticipada de deudas con el FMI por parte de Argentina y Brasil, la creación de instancias de integración como la UNASUR y la CELAC, o la búsqueda de acuerdos estratégicos con China y Rusia, marcaron un momento de desafío a la vigencia de la Doctrina Monroe. Sin embargo, el retorno de gobiernos alineados con la política estadounidense, la reinstalación de programas de endeudamiento y la presión sobre economías golpeadas por crisis internas, demostraron que los mecanismos de control se adaptan y se renuevan.
Hoy, en un escenario de disputa global donde Estados Unidos enfrenta el ascenso de China y la consolidación de bloques como los BRICS, Latinoamérica vuelve a estar en el centro de la geopolítica mundial. La región se encuentra ante una disyuntiva histórica: persistir en la dependencia que impuso la Doctrina Monroe, ahora reforzada por el peso de la deuda externa, o consolidar proyectos de integración soberana que le permitan tener voz propia en el nuevo orden internacional.
Fuentes
* Galeano, Eduardo. "Las venas abiertas de América Latina". Siglo XXI Editores.
* Borón, Atilio. "América Latina en la geopolítica del imperialismo". CLACSO.
* Kiva Maidanik. "Historia de América Latina". Editorial Progreso.



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