Thomas Sankara: la voz incorruptible de África que el poder temió
Thomas Sankara. Imagen: Commons.wikimedia
Formación militar e ideológica
Thomas Isidore Noël Sankara nació el 21 de diciembre de 1949 en Yako, Alto Volta, colonia francesa de África Occidental. Su padre, un exmilitar, y su madre, ama de casa, lo criaron en un hogar humilde. Desde niño mostró disciplina y un sentido innato de la justicia. A los 19 años ingresó en la Academia Militar de Kadiogo, donde conoció la doctrina militar francesa, pero también comenzó a beber de fuentes ideológicas contrarias al colonialismo que había moldeado a su país.
En un curso de formación en Madagascar, presenció protestas populares y la caída de un régimen autoritario, lo que lo marcó profundamente. Allí estudió la historia de líderes como Patrice Lumumba y Kwame Nkrumah.
Sankara comprendió que no bastaba con tener bandera y presidente si las decisiones reales seguían dictadas desde fuera. Más tarde diría: “Podemos vivir con dignidad y pan o morir con humillación y hambre. Yo he elegido la primera opción y no cambiaré”.
Amistad con Blaise Compaoré y llegada al poder
Blaise Compaoré. Imagen: Commons.wikimedia
En la academia militar, Sankara forjó una estrecha amistad con Blaise Compaoré. Ambos jóvenes oficiales compartían inquietudes políticas y el rechazo al orden neocolonial. Su vínculo era tan fuerte que se les conocía como “los gemelos”.
En 1981, Sankara fue nombrado secretario de Estado de Información, pero renunció pocos meses después denunciando la corrupción. En 1983, ya como primer ministro, fue detenido por órdenes del presidente Jean-Baptiste Ouédraogo, presionado por Francia y sectores internos.
El 4 de agosto de 1983, Compaoré lideró un levantamiento militar que liberó a Sankara y lo puso al frente del Consejo Nacional Revolucionario. Tenía apenas 33 años y un programa claro: romper la dependencia externa, modernizar la economía y unir a África.
Revolución nacionalista y panafricanista
Sankara rebautizó el país como Burkina Faso, “la tierra de los hombres íntegros”. Nacionalizó tierras, minas y sectores estratégicos. Promovió una reforma agraria que en pocos años permitió aumentar la producción de cereales en un 75 %, reduciendo la dependencia alimentaria. Eliminó privilegios, redujo su propio salario y el de los ministros, prohibió los coches oficiales de lujo y viajó siempre en un Renault 5. Prohibió que su retrato colgara en edificios públicos: “Hay siete millones de Sankaras en Burkina Faso, y todos valen lo mismo”.
En materia internacional, proclamó que África debía unirse para resistir: “Mientras dependamos de la ayuda exterior, seremos esclavos. Debemos aprender a producir lo que consumimos y a consumir lo que producimos”.
Discursos que marcaron época
En la Asamblea General de la ONU, en octubre de 1984, Sankara dejó claro que hablaba más allá de su país:
“Quiero decirles a quienes me escuchan que hablo no solo en nombre de Burkina Faso, mi país que tanto amo, sino también en nombre de todos aquellos que sufren, dondequiera que estén”.
“Añado que hablo también en nombre de las mujeres de todo el mundo que sufren bajo un sistema de explotación impuesto por los hombres… Solo la lucha nos ayuda a ser libres”.
En julio de 1987, en la cumbre de la Organización de la Unidad Africana en Addis Abeba, lanzó su advertencia más célebre contra el sistema financiero internacional:
“El origen de la deuda viene del origen del colonialismo. La deuda es el neocolonialismo, en el que los colonizadores se han transformado en ‘asistentes técnicos’. Deberíamos decir más bien ‘asesinos técnicos’. Bajo su forma actual, controlada y dominada por el imperialismo, la deuda es una reconquista organizada y habilidosa de África… Cada uno de nosotros se convierte en esclavo financiero”.
“La deuda no puede pagarse. Primero, porque si no la pagamos, los acreedores no van a morir. Pero si la pagamos, somos nosotros los que vamos a morir”.
Pidió un frente común africano para rechazarla: “Si Burkina Faso se niega a pagar sola, no estaré aquí en la próxima conferencia. Pero si todos lo hacemos juntos, nos salvaremos y nuestros pueblos nos agradecerán por haber tenido el coraje de decir basta”.
Choque con Francia y el aislamiento interno
La política de Sankara erosionaba intereses poderosos. Francia veía peligrar su control económico en África Occidental. Gobiernos vecinos como Costa de Marfil, alineados con París, se convirtieron en focos de intriga contra él. Dentro del país, sectores militares y civiles resentían las reformas y la austeridad.
Blaise Compaoré comenzó a distanciarse, buscando entendimientos con quienes querían frenar el proceso revolucionario.
El asesinato planificado y la traición
El 15 de octubre de 1987, un comando militar irrumpió en una reunión del Consejo Nacional Revolucionario. Sankara fue asesinado junto a doce de sus colaboradores. Sus cuerpos fueron desaparecidos y enterrados en una fosa común. El golpe, dirigido por Compaoré, contó con respaldo externo. El antiguo amigo justificó su acción alegando la “rectificación” del rumbo político.
Legado y el ocaso de Compaoré
Sankara dejó un legado de dignidad, soberanía y coherencia política. Inspiró a generaciones de africanos a creer que otro camino era posible. Durante 27 años, Compaoré gobernó acumulando una fortuna personal enorme, hasta que fue derrocado en 2014 y huyó a Costa de Marfil. La justicia burkinesa lo condenó en ausencia por el asesinato de Sankara, pero sigue protegido por sus aliados.
A pesar de los intentos por borrarlo, la voz de Sankara sigue resonando: “Mientras haya hombres y mujeres capaces de indignarse ante la injusticia, mi voz seguirá resonando”.
Fuentes
* García, Albert. *Thomas Sankara: el presidente que soñó con cambiar África*. El País, 2017.
* RFI en Español. *Thomas Sankara, el Che Guevara africano*. Radio France Internationale, 2020.
* González, Alberto. *La revolución de Burkina Faso: legado de Thomas Sankara*. Rebelión, 2018.
* BBC Mundo. *Thomas Sankara: el líder africano que desafió al poder y murió asesinado*. BBC, 2020.
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