Cómo la Inteligencia Artificial está cambiando el juego electoral y geopolítico global
En un país occidental no identificado, las elecciones recientes no solo fueron decididas en las urnas, sino también en los algoritmos. Deepfakes, bots de desinformación y microsegmentación automatizada de votantes muestran un nuevo frente de la guerra geopolítica: la inteligencia artificial como arma de Estado. Este artículo analiza cómo las grandes potencias están usando la IA para influir en decisiones democráticas, modelar la opinión pública y reconfigurar el equilibrio mundial.
A primera vista, la jornada electoral parecía rutinaria. Los ciudadanos acudían a las urnas, los partidos hacían sus cierres de campaña y los medios cubrían los debates con normalidad. Sin embargo, detrás de la pantalla de cada teléfono y de cada cuenta de redes sociales, un ejército invisible trabajaba sin descanso. Bots automatizados generaban noticias falsas a velocidad récord, deepfakes de políticos aparecían diciendo cosas que nunca dijeron y algoritmos diseñados para segmentar el voto aprendían en tiempo real cómo manipular emociones y decisiones.
Lo que parecía un flujo caótico de información era, en realidad, un plan meticulosamente coordinado. Grupos vinculados a potencias extranjeras desplegaban sistemas de IA para explorar debilidades sociales, culturales y políticas del país, y explotarlas con precisión quirúrgica. Cada “like”, cada comentario y cada retweet alimentaba modelos predictivos que ajustaban mensajes específicos para ciudadanos individuales. La elección, en muchos casos, ya estaba siendo influida antes de que los votantes supieran que sus preferencias podían ser moldeadas.
Este tipo de operaciones no es ficción. Investigaciones recientes en ciberseguridad y geopolítica muestran cómo Estados Unidos, China, Rusia, Israel y Reino Unido están invirtiendo en IA aplicada a operaciones de influencia. Mientras algunos programas se centran en optimizar propaganda digital, otros trabajan en sistemas de reconocimiento facial y de comportamiento capaces de anticipar movimientos de masas y tendencias sociales. El objetivo es doble: ganar ventajas electorales indirectas y establecer precedentes tecnológicos que puedan ser usados en conflictos futuros.
El impacto de estas maniobras va más allá del ámbito electoral. La IA permite ejecutar una guerra cognitiva que puede desestabilizar gobiernos, manipular mercados financieros o incluso acelerar decisiones políticas estratégicas sin disparar un solo proyectil. Los expertos en seguridad advierten que este tipo de tácticas redefinirá la soberanía de los Estados, ya que el poder de influencia puede ser ejercido desde otra región del mundo, de manera casi indetectable y con un costo mínimo.
Además, la capacidad de microsegmentación y personalización de mensajes transforma la política tradicional. Campañas completas pueden ser dirigidas a audiencias muy específicas, generando fracturas sociales que antes eran difíciles de identificar. Las narrativas se adaptan automáticamente al perfil psicológico del receptor, amplificando emociones como miedo, indignación o esperanza. En la práctica, un elector puede recibir un mensaje que nunca hubiera visto en un canal convencional, mientras otro recibe un mensaje completamente distinto, aunque ambos vivan en la misma ciudad y compartan un mismo entorno social.
En este contexto, la transparencia y la regulación son insuficientes. Las plataformas digitales poseen algoritmos cerrados, protegidos como propiedad intelectual, y los gobiernos tienen pocas herramientas para auditar o contrarrestar estas operaciones en tiempo real. Incluso cuando se detecta actividad sospechosa, la velocidad y la escala de la IA hacen que los efectos ya estén sembrados. La desinformación deja su marca antes de que los contramedios puedan actuar, y los votantes raramente son conscientes de la manipulación.
El fenómeno no se limita a la política doméstica. Las grandes potencias lo utilizan también como herramienta de presión internacional. Un país que domina IA de influencia electoral puede condicionar decisiones de alianzas, tratados o sanciones indirectamente. Este nuevo tipo de influencia difusa plantea interrogantes inéditos: ¿puede considerarse una forma de intervención si no hay tropas ni ataques directos? ¿Dónde termina la inteligencia estratégica y empieza la violación de la soberanía?
Algunos expertos sugieren que el futuro de la geopolítica estará determinado tanto por la capacidad de desplegar IA como por la habilidad de defenderse de ella. Las naciones pequeñas y medianas se enfrentan a un dilema crítico: adaptarse rápidamente a la era de la guerra cognitiva digital o quedar atrapadas en un juego que no controlan. La cooperación internacional, la regulación tecnológica y la educación digital de los ciudadanos se vuelven estrategias de defensa tanto como la diplomacia tradicional o la fuerza militar.
Lo que ocurrió en el "país occidental no identificado" es solo un ejemplo visible. A medida que la IA se vuelve más sofisticada, la línea entre la influencia legítima y la manipulación sistemática se vuelve borrosa. La narrativa global se está escribiendo no solo con armas o diplomacia, sino con algoritmos que aprenden, anticipan y moldean la realidad política en tiempo real. La pregunta que surge es inevitable: ¿quién controlará estos sistemas y bajo qué reglas?
En conclusión, la inteligencia artificial ya no es solo una herramienta tecnológica o comercial. Se ha convertido en un instrumento estratégico capaz de redefinir elecciones, sociedades y relaciones internacionales. Las elecciones manipuladas por IA son apenas la punta del iceberg: detrás de cada deepfake y de cada mensaje segmentado hay un tablero global donde el control de la información se traduce en poder geopolítico. Comprender esta dinámica es clave para anticipar los movimientos de las grandes potencias y proteger la soberanía democrática en la era digital.
Fuentes
1. “Las otras geopolíticas de la inteligencia artificial” (CIDOB, 12/2024) — analiza el papel del Sur Global, la gobernanza de la IA y la competencia entre grandes potencias.
2. “La geopolítica de la IA y los centros de datos en tiempos de rivalidad tecnológica” (Foro Económico Mundial / WEF, 31 jul 2025) — se enfoca en el control de datos, soberanía digital e infraestructura crítica como parte de la competencia geopolítica.
3. “La economía mundial transformada por la inteligencia artificial ha de beneficiar a la humanidad” (Fondo Monetario Internacional / FMI, 16 ene 2024) — aborda el impacto de la IA en el empleo, desigualdad y las implicaciones socioeconómicas globales.
4. “La IA en las raíces de la guerra: gramática de una nueva…” (Le Grand Continent, 8 ene 2025) — examina el papel de la IA en conflictos armados, transformación de sociedades y equilibrio de poder.
5. “Hacia una implementación ética e inclusiva de la Inteligencia Artificial en las organizaciones: un marco multidimensional” (Ernesto Giralt Hernández, 2024) — aunque más centrado en organizaciones, su perspectiva sobre regulación, valores y autonomía humana conecta con la dimensión geopolítica de la IA.

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