No Argentina Bailout Act: el freno inesperado a la intervención económica de Estados Unidos en Argentina
El proyecto de ley presentado en el Congreso estadounidense bajo el nombre “No Argentina Bailout Act” marca un nuevo capítulo en la larga historia de injerencias de Estados Unidos sobre la economía argentina. Esta vez, la disputa no viene de Buenos Aires, sino del propio corazón del poder norteamericano.
Detrás del título técnico se esconde una pulseada feroz: por un lado, el gobierno de Estados Unidos, con el Secretario del Tesoro Scott Bessent como figura central, busca tener control absoluto sobre la política económica argentina; por el otro, una parte de los legisladores del Capitolio —demócratas y algunos republicanos— intenta frenar ese avance, no por simpatía hacia nuestro país, sino por el impacto negativo que semejante maniobra puede tener en la economía norteamericana.
Un “rescate” que huele a sometimiento
El punto de partida es conocido: el Tesoro norteamericano autorizó operaciones por unos 20.000 millones de dólares, incluyendo compras de pesos argentinos y una línea de swap con el Banco Central. Oficialmente, se trató de un mecanismo “para estabilizar los mercados”. En los hechos, es una intervención directa en la política monetaria argentina, ejecutada bajo el pretexto de “ayuda” y avalada con entusiasmo por el gobierno de Javier Milei, decidido a entregar la soberanía económica a Washington a cambio de oxígeno financiero.
Este plan, impulsado por Bessent y su entorno —figuras del mundo financiero global vinculadas a George Soros, JP Morgan y otros fondos especulativos—, busca algo más que estabilizar: pretende someter completamente la economía argentina al sistema financiero estadounidense, transformando al país en un laboratorio de reformas extremas y privatizaciones masivas.
La oposición en el Congreso: un límite, no una alianza
En ese contexto aparece el “No Argentina Bailout Act”, impulsado por senadores como Elizabeth Warren. Lejos de ser un gesto de solidaridad hacia Argentina, la oposición interna en Estados Unidos responde a intereses puramente domésticos. Es una pelea entre fracciones del poder norteamericano: una parte que busca expandir su control global a cualquier costo, y otra que teme las consecuencias internas de financiar aventuras financieras en países inestables.
Sin embargo, esa disputa nos ofrece una tregua involuntaria. Si la ley avanza, el Tesoro quedaría impedido de seguir usando fondos públicos para intervenir en Argentina, lo que limitaría el margen de maniobra de Bessent y del propio Milei.
No se trata de una defensa de la soberanía argentina desde el norte, sino de un freno coyuntural al desembarco total del poder financiero estadounidense en nuestro país. Un respiro político en medio de una tormenta económica que, al menos hasta las próximas elecciones, puede evitar que Washington asuma el control directo del timón.
Milei y la entrega sin condiciones
Mientras tanto, el gobierno argentino celebra cada movimiento de Bessent como si fuera una señal de confianza internacional. Pero lo que está en juego es exactamente lo contrario: una pérdida absoluta de autonomía. La economía argentina se subordina a los dictados de los grandes bancos de inversión y del Tesoro estadounidense.
Milei, Caputo y Bausili —vinculados a JP Morgan y Deutsche Bank— actúan como administradores locales de un proyecto diseñado fuera del país. El “liberalismo” que proclaman se traduce en una dependencia inédita del dólar y del poder financiero extranjero, un camino que amenaza con destruir cualquier posibilidad de desarrollo nacional.
Una batalla por la soberanía
La iniciativa del Congreso norteamericano no cambia el fondo del problema, pero abre una grieta en el frente imperial. Que en Washington se discuta si deben o no intervenir en Argentina demuestra que nuestro país sigue siendo un territorio en disputa, clave para la estrategia geopolítica del continente.
La oposición legislativa en Estados Unidos no busca proteger a la Argentina, pero su resistencia temporaria puede impedir que el Tesoro y los fondos de inversión tomen el control total antes de tiempo. Esa pausa, aunque impuesta por intereses ajenos, nos da un respiro. Un margen político para que el pueblo argentino decida, en las urnas, si acepta seguir bajo tutela extranjera o si comienza a recuperar su soberanía económica.
Conclusión
El “No Argentina Bailout Act” no es una expresión de altruismo. Es una disputa interna del imperio, donde cada sector defiende su propio negocio. Pero para la Argentina, ese conflicto puede representar una oportunidad mínima pero valiosa: detener, aunque sea por un tiempo, el avance de la intervención estadounidense sobre nuestras decisiones económicas.
La historia demuestra que ningún país construyó independencia entregando su moneda, su deuda y su destino. La soberanía no se negocia: se defiende.
Fuentes
– [Reuters – U.S. purchased Argentine pesos after top finance officials meeting, Bessent says (2025)]
– [AP News – U.S. Treasury’s $20 billion Argentine currency deal triggers political backlash (2025)]
– [U.S. Senate Banking Committee – Warren, colleagues introduce No Argentina Bailout Act (2025)]



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