José Antonio Kast y Javier Milei: la nueva derecha que avanza en América Latina

 

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El avance de José Antonio Kast en Chile no puede analizarse en aislamiento. Su discurso, sus estrategias y el tipo de votante que lo respalda reflejan un fenómeno regional: el resurgimiento de una derecha dura, identitaria, liberal en lo económico y conservadora en lo moral, que busca romper con los partidos tradicionales y capitalizar el malestar social. 

En esa línea, el paralelismo con Javier Milei en Argentina es evidente. Ambos comparten un mismo diagnóstico del presente: la decadencia de los Estados sobredimensionados, la crisis de representación de las élites políticas y la necesidad de un “orden nuevo” basado en el individuo, la meritocracia y la reducción del aparato estatal.

 

El “antiprogresismo” como bandera 

Kast y Milei representan la reacción contra lo que sus seguidores perciben como décadas de hegemonía progresista. En Argentina, Milei irrumpió con una retórica explosiva contra “la casta política” y un programa de shock económico que prometía barrer con el statu quo. En Chile, Kast adopta un tono más institucional, pero igualmente desafiante frente al progresismo y los consensos que dominaron la posdictadura.

Ambos se alimentan de la desilusión ciudadana: promesas incumplidas, inseguridad creciente, inflación o estancamiento, corrupción y una sensación generalizada de pérdida de rumbo. Lo que antes era una demanda de más Estado se ha transformado, en sectores amplios, en un grito de menos Estado y más autoridad.

 

Seguridad, orden y liderazgo personalista

El eje común entre ambos proyectos es el retorno del orden. Milei lo plantea desde la libertad individual: el orden que nace del mercado. Kast lo hace desde la disciplina social y la defensa de valores tradicionales. En ambos casos, el ciudadano cansado de la ineficacia y el caos ve en ellos figuras que encarnan decisión, claridad y ruptura con el conformismo político.

No es casual que Kast haya ganado terreno en regiones afectadas por la violencia rural y la inseguridad urbana, del mismo modo que Milei consolidó su fuerza en sectores populares hartos del delito y la inflación. La derecha del siglo XXI en América Latina ya no se presenta como elitista, sino como “el nuevo pueblo” que desafía a los burócratas y a las ideologías globalistas.

 

Influencias cruzadas y redes ideológicas 

El vínculo entre ambos líderes va más allá de lo discursivo. Kast fue uno de los primeros políticos latinoamericanos en felicitar a Milei tras su triunfo y, en más de una ocasión, ha citado su ejemplo como muestra de que “la batalla cultural” puede ganarse. 

Ambos orbitan en torno a una red continental de think tanks, medios digitales y fundaciones liberales que promueven la desregulación económica y la crítica frontal al progresismo, con un lenguaje moderno, provocador y adaptado a las redes sociales.

Este entramado ideológico —que va desde el Partido Republicano chileno hasta La Libertad Avanza en Argentina, pasando por Vox en España y ciertos sectores del trumpismo estadounidense— busca consolidar un frente transnacional capaz de disputar la narrativa política en toda la región.

 

Diferencias de contexto

Sin embargo, las diferencias entre Chile y Argentina son sustantivas. Milei llegó al poder en un contexto de colapso económico e hiperinflación incipiente, donde el hartazgo se convirtió en voto castigo. Kast, en cambio, compite en un país institucionalmente más estable, donde el rechazo al sistema se expresa con menor dramatismo.

Mientras Milei gobierna enfrentando la resistencia sindical y política, Kast debe seducir al votante de centro y convencerlo de que su proyecto no es un salto al vacío. Por eso modula su discurso, mantiene el tono de orden, pero evita los excesos verbales del libertario argentino.

 

La nueva derecha latinoamericana

Lo que une a Kast y a Milei es más profundo que sus diferencias. Ambos simbolizan el final de una era y el comienzo de otra en América Latina: la crisis de los partidos tradicionales y el surgimiento de liderazgos personalistas que mezclan liberalismo económico, conservadurismo moral y una narrativa de rebelión contra las élites.

Esta “nueva derecha” se nutre de las redes sociales, de la indignación y del deseo de identidad frente a un mundo percibido como inestable y relativista. En ella conviven empresarios, clases medias asfixiadas, trabajadores informales y jóvenes desencantados.

 

Kast, el espejo chileno de Milei 

José Antonio Kast representa, en muchos sentidos, la versión chilena del fenómeno Milei. Si logra mantener su discurso en los ejes de seguridad, autoridad y cambio económico, podría replicar el triunfo libertario de Buenos Aires en Santiago. 

Pero si la campaña se polariza en exceso o si la centroizquierda logra reagruparse, su impulso podría estancarse.

Sea cual sea el desenlace, el ascenso de Kast confirma que América Latina vive un viraje ideológico profundo: de la épica igualitaria del siglo XX a la épica del individuo y la libertad del siglo XXI. En ese cambio de paradigma, tanto Milei como Kast son protagonistas centrales —y quizás precursores— de una nueva derecha continental.


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